miércoles, 5 de septiembre de 2007

080: Llamaradas


De forma habitual desechamos objetos que consideramos inútiles, obsoletos o poco funcionales. Tiramos los bolígrafos sin tinta, los mecheros sin gas, las latas de refresco vacías, los paquetes de tabaco mojados por la lluvia, las zapatillas agujeradas y nos vamos animando... los disckettes, las cintas de vhs, los cassettes, las fotografías antiguas, las postales viejas... aquellos tejanos de campana, la camiseta de nuestro primer concierto, las entradas de cine de un San Juan cualquiera, la bufanda que intentamos tejernos nosotras mismas sin tener demasiado éxito... y poco a poco vamos creando una infranqueable indiferencia hacia aquello que lejos de ser un vínculo material permitía la unión con la memoria sentimental.

En algunos casos, será el exceso de uso lo que estropee el artículo. En otros, la nula frecuencia que a éllo le dedicamos. Y es que encontrar el término medio, supone la tarea más ardua. Aplicándolo no sólo a objetos inanimados -aunque algunas personas a fuerza de proponérselo acaben por parecernos inertes- nos encontraremos bajo los pórticos de la indolencia física y el desdén emocional, y la galería de los lastres afectivos y el exceso anímico.

Y es que amigos, antes de decidirnos a consumir nuestro esfuerzo en lo que comúnmente confundimos con la "llama de la vida", deberíamos de valorar nuestra capacidad ignífuga.

2 comentarios:

. dijo...

A mi me pasa con las uñas.
Podría hacerme un collar, pero no, las tiro al contenedor de la orgánica.

NuNa dijo...

Bueno… he leído de casos peores. Hay quien se las come y hay quien se las pinta... Y algunos hay, que se las dejan crecer hasta que con ellas son capaces de bajar el volumen del televisor sin necesidad de utilizar el mando a distancia, ni levantarse del sofá ;D
¡Caer en el desguace ecológico, no es un mal fin, después de todo!

PD: S, acabo de pasearme por tu blog... ¡Desternillante, muy agudo! Todavía llevo la sonrisa en los labios. Volveré, dicen que el tanino es bueno para la salud.