La vida es frágil. Lábil e imprevisible.
Irrumpe, nos bandea de un lado a otro, nos acerca y nos separa. Nos atrapa, nos aisla. Nos sorprende, nos conquista, nos convence.
Y, algunas veces, y sin previo aviso, nos golpea con violencia y de forma inesperada desaparece. A nuestro lado, surge entonces, el silencio, el vacío. Las palabras se ahogan en la desesperación; porque el dolor busca ser compartido pero no quiere ser aliviado. Y la convulsión transforma el ahora en el ayer, y el mañana en agonía.
No sabemos esquivarlo, no podemos ignorarlo y no queremos aceptarlo.
Por eso, si un día a las tres de la madrugada tienes ganas de dar los buenos días, no esperes a que amanezca. Si una noche el teléfono te despierta, no dejes de descolgarlo. No renuncies a un paseo porque esté lloviendo, a encender un fuego porque sea verano o a un momento porque haga frío.
Porque no hay nunca un instante mejor que el ahora, ni un tiempo más cierto que el presente.
Y ahora, estamos, aquí. Y hoy, el cielo se cubre de lágrimas.
i.m.
3 comentarios:
http://autoliniers.blogspot.com/2007/03/blog-post_2519.html
Gracias [Una sola palabra, llena de contenido]
¡Cuándo piensa actualizar, caballera!
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