sábado, 4 de julio de 2009

Mil manías

Es un error bastante común etiquetar de manías aquellos hábitos que de los demás nos molestan. Pero no es lo mismo un acto rutinario ejercido de forma habitual por mucho que éste nos irrite, que una costumbre obsesiva realizada con excentricidad y compulsión. Como no es lo mismo vivir con alguien por costumbre, que tener la manía de no dejar en paz a una persona; aunque ambas conductas sean igualmente enfermizas.

Tengo la manía de caminar descalza, de dormir sin ropa, de desayunar algo caliente, de besar en la boca. Tengo la manía de mirar a los ojos, de tocarte el ombligo, de perder los pensamientos en el infinito. Tengo el mal hábito de expresar lo que siento, de sentir lo que digo, de callar lo que duele. Tengo el instinto de salir a buscarte y la costumbre de esconderme después.

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