Dicen que el silencio hiere y es cierto que no hay nada más elocuente que la omisión; pero,
las palabras que rompen un silencio suelen ser, con frecuencia, más dolorosas que el mismo mutismo. Y es que corta más el filo de un papel que la hoja de una navaja; y más daña una sola palabra dicha o escrita con coraje, fuerza o despecho que los puños de cualquier boxeador. Nada marca más bajo la piel que la tinta.
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